jueves, 2 de julio de 2009

EL MORADOR DESCONOCIDO

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Texto: José Calderón
Foto: Eric Dañino

Tras una noche espantosamente fría rumbo a nuestro destino, Brasil, -y nada menos que por la ruta dificil-, la sonoridad de las latas del camión habían hecho de la noche algo ecandaloso que agujereaba nuestos oídos. El amanecer tampoco fue demasiado gentil. Con aquel hielo penetrando los huesos nos preguntamos. Acá no es humano que viva alguien. El paisaje era un páramo, y ahora no solo gélido sino también brutalmente húmedo, tanto, que cortaba la piel. sin embargo hubo algo bueno: sentimos el aire purificado. Entendimos que allí se estrellaban los vientos que ascendían desde la Amazonía. En esa nada nos topamos con algo que interrumpía la soledad natural: una casa de piedra techada de calamina. ¿Quien sería el misterioso residente de esta casa? Posiblemente un criador de alpacas que pasa el tiempo en el nevado con sus camélidos, sabiendo que mientras más frío haga más fina y larga saldría la fibra. La soledad nos brindó, además, un sentimiento minimalista, algo contradictorio para nosotros acostumbrados - o mas bien necesitados- a las ráfagas de sensaciones facilitadas por la incultura del consumo. Si uno se fija en la foto, encontrará no obstante un alivio casi hipnótico, la facilidad de algunos para mirar más allá y vivir plenamente, extensivamente en la montaña. No terminaba de comentar esco cuando vi a Eric abstraído una vez más internandose dócil y severamente a esa nada de las tierras mansas del Abra de Hualla Hualla.

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